domingo, 11 de mayo de 2008

sábado, 3 de mayo de 2008

El manifiesto del 25 de Noviembre


Ante todo quería pedir disculpas por la tardanza en escribir una nueva entrada. La verdad es que he estado bastante ocupado en los últimos meses entre unas cosas y otras. He estado escribiendo mi tesis (y debo decir que está bastante avanzada, afortunadamente) y muy liado en buscarme mi futuro. De momento no tengo nada seguro, pero he conseguido un contrato por 6 meses en la Universidad de Leicester mientras que termino la tesis y me busco alguna otra cosa. Esto está en mitad de ninguna parte pero es bastante bonito y creo que me adaptaré con bastante facilidad (bueno, siempre me acabo adaptando).

Espero escribir entradas con bastante más regularidad. De momento sólo quería comentar brevemente un libro delicioso que ha caído en mis manos en los últimos meses: "Lecciones Espirituales Para Jóvenes Samurais". El autor es Yukio Mishima (nacido Kimitake Hiraoka), un personaje interesante donde los haya. Nació en el seno de una antigua familia de origen samurai (y bastante acomodada) y desde joven sintió la llamada de las letras, alentado por su madre. Estuvo a punto de ser premio Nobel de Literatura en 1968, galardón que se acabó llevando otro japonés, su mentor literario Yanusari Kawabata, y murió el 25 de Noviembre de 1970, cometiendo seppuku en una base militar.

El librito que encontré por pura casualidad no es mas que una serie de escritos cortos, en su mayoría dedicados a orientar a los jóvenes por el camino del aunténtico samurai, una mezcla entre lo que hoy podríamos llamar espiritualidad y las armas (bushido). En cierto modo, Mishima es una especie de clásico griego reencarnado, en su creencia de que la salud de la mente y el cuerpo están íntimamente relacionados. Todos sus escritos revelan una cierta pasión por la muerte, un sentimiento muy japonés por otra parte. Para un samurai, la muerte es la conclusión natural de la vida por lo que lo deseable es poder elegir el cuándo y el cómo y, a ser posible, renunciar a ella en aras de un ideal superior.

Militarista convencido, añorando los antiguos tiempos del Japón imperial de antes de la Segunda Guerra Mundial, se hizo reservista voluntario y creó un cuerpo paramilitar, la Sociedad de los Escudos, compuesta mayoritariamente por universitarios. Sus escritos revelan una visión estética de lo heróico, casi hasta el delirio, y se ha creído ver en ellos un cierto trasfondo homosexual (casi con toda seguridad Mishima era bisexual).

El 25 de noviembre de 1970, con 45 años, intentó llevar al extremo final sus ideales. Intentando recuperar el sentimiento imperial del glorioso Japón que recordaba de su juventud y al que tanto amaba, en compañia de un selecto grupo de miembros de la Sociedad de los Escudos, entró en una base militar japonesa y secuestró a un general para que le permitieran leer un documento escrito de su puño y letra (el Manifiesto del 25 de Noviembre, que también se encuentra en el libro que os comenté) con la esperanza de que los soldados allí presentes se unieran entusiásticamente a su causa. Todo era de una ingenuidad tan infantil que casi ni se le podría llamar intento de golpe de estado. Los soldados se rieron en su cara y casi ni pudo terminar de leer el manifiesto ante la algarabía que se organizó. Derrotado, se retiró al interior de la sala donde mantenía retenido al general y allí terminó con su vida tal y como siempre había deseado y como él creía que los auténticos samurais debían hacerlo, cometiendo seppuku.

El ritual fue un completo desastre. La parte en que él se desgarraba el vientre fue perfecta, pero el encargado de cortarle la cabeza con una katana, su amigo íntimo Morita y, posiblemente, también su amante aunque la mujer de Mishima siempre negó éste extremo, necesitó tres golpes para, con suma torpeza debido a la falta de costumbre, decapitarle ante la mirada espantada del general que, atado a una silla, contemplaba la escena.

Yukio Mishima escribió 15 novelas, 33 piezas teatrales y más de 80 relatos.